POR QUÉ SEREMOS TAN HERMOSAS...
Por qué seremos tan
perversas, tan mezquinas
(tan derramadas, tan
abiertas)
y abriremos la puerta de
calle
al monstruo que mora en
las esquina,
o sea el cielo como una
explosión de vaselina
como un chisporroteo,
como un tiro clavado en
la nalguicie.
Por qué seremos tan
sentadoras, tan bonitas
los llamaremos por sus
nombres
cuando todos nos sienten
(o sea, cuando nadie nos
escucha)
Por qué seremos tan
pizpiretas, charlatanas
tan solteronas, tan
dementes
Por qué estaremos en esa
densa fronda
agitando la intimidad de
las malezas
como una blandura
escandalosa cuyos vellos
se agitan muellemente
al ritmo de una música
tropical, brasilera.
Por qué seremos tan
disparatadas y brillantes
abordaremos con tocado de
plumas el latrocinio
desparramando gráciles
sentencias
que no retrasarán la
salva, no
pero que al menos
permitirán guiñarle el ojo al fusilero
Por qué seremos tan
despatarradas, tan obesas
sorbiendo en lentas
aspiraciones
el zumo de las noches
peligrosas
tan entregadas, tan
masoquistas,
tan hedonísticamente
hablando
Por qué seremos tan
gozosas, tan gustosas
que no nos bastará el
gesto airado del muchacho,
su curvada muñeca:
pretenderemos desollar su
cuerpo
y extraer las secretas
esponjas de la axila
tan denostadas, tan
groseras
Por qué creeremos en la
inmediatez,
en la proximidad de los
milagros
circuidas de coros de
vírgenes bebidas y asesinos dichosos
tan arriesgadas, tan
audaces
pringando de dulces
cremas los tocadores
cachando, curioseando.
Por qué seremos tan
superficiales, tan ligeras
encantadas de ahogarnos
en las pieles
que nos recuerdan
animales pavorosos y extintos,
fogosos, gigantescos.
Por qué seremos tan
sirenas, tan reinas
abroqueladas por los
infinitos marasmos del romanticismo
tan lánguidas, tan magras
Por qué tan quebradizas
las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los
estanques donde hubimos de hundirnos
salpicando, chorreando la
felonía de la vida
tan nauseabunda, tan
errática.
CANCIÓN DE AMOR PARA LOS
NAZIS EN BAVIERA
Marlene Dietrich
cantaba en Londres una canción entre la guerra:
Oh no no no es cierto que me quieras
Oh no no no es cierto que me quieras
Sólo quieres a tu padre, Nelson, que murió en Trafalgar
y ese amor es sospechoso, Nelson
porque tu papá
era nazi!
Era el apogeo de la aliadofilia
debajo de las mesas aplastábamos soldados alemanes
pero yo estaba sentada junto a ti, Nelson
que eras un agente nazi
Y me dabas puntapiés
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Ceremoniosamente me pedías perdón
posabas una estola de visón sobre mis hombros
y nos íbamos a hacer
el amor a mi buhardilla
pero tú descubrías a Ana Frank en los huecos
y la cremabas, Nelson, oh
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Heil heil heil eres un agente nazi
Más acá o más allá de esta historieta
estaba tu pistola de soldado de Rommel
ardiendo como arena en el desierto
un camello extenuado que llegaba al oasis
de mi orto u ocaso o crepúsculo que me languidecía
y yo sentía el movimiento de tu svástica en mis tripasoh
oh oh oh
cantaba en Londres una canción entre la guerra:
Oh no no no es cierto que me quieras
Oh no no no es cierto que me quieras
Sólo quieres a tu padre, Nelson, que murió en Trafalgar
y ese amor es sospechoso, Nelson
porque tu papá
era nazi!
Era el apogeo de la aliadofilia
debajo de las mesas aplastábamos soldados alemanes
pero yo estaba sentada junto a ti, Nelson
que eras un agente nazi
Y me dabas puntapiés
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Ceremoniosamente me pedías perdón
posabas una estola de visón sobre mis hombros
y nos íbamos a hacer
el amor a mi buhardilla
pero tú descubrías a Ana Frank en los huecos
y la cremabas, Nelson, oh
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Heil heil heil eres un agente nazi
Más acá o más allá de esta historieta
estaba tu pistola de soldado de Rommel
ardiendo como arena en el desierto
un camello extenuado que llegaba al oasis
de mi orto u ocaso o crepúsculo que me languidecía
y yo sentía el movimiento de tu svástica en mis tripasoh
oh oh oh
EL MAL DE SÍ
Detente, muerte:
tu infernal chorreando
escampar hace las estanterías,
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede disertar.
Ve, muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no seas descubierta.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendido en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
Detente, muerte:
tu infernal chorreando
escampar hace las estanterías,
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede disertar.
Ve, muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no seas descubierta.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendido en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
(Avellaneda 1949, San
Pablo 1992)
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