jueves, 26 de mayo de 2016

MARTÍN VÁZQUEZ GRILLE




El mejor momento de nuestras vidas

Trato de recuperarte,
Ése es el propósito
De la escritura.
Pero te fuiste para siempre,
Como en las novelas rusas, diciendo
Unas pocas palabras que no me acuerdo.
                                       Louise L Gluck





Octubre 15
Sé lo que hiciste anoche. Te imagino en la reunión. Super cool. Charlás con la gente y te reís. De tu risa salvaje no me olvido nunca más. Llenás todo el espacio con ese aire de víctima de las circunstancias que tanto me gusta. Salís a fumar sola. Igual a la primera vez que te ví. Tenías unos jeans azules: Vos sos V. te dije. Yo soy M. Te reconocí por los ojos.




Octubre 16
Sueño 2
Alguien al lado mío esta poseído por el demonio. Se revuelca, grita y me quema con un fuego que le sale de la boca. Lo exorciso, digo algunas palabras en latín. Le impongo la mano en la frente. Soy un padre, el padre que no soy. No soy tu padre, tampoco el de tus hijas.
Ego te absolvo.
Me despertás y me decís que estoy hablando en una lengua extraña, que estás asustada, no te podés dormir.
No pasa nada mi vida, te contesto, soñé en latin, soñé que te perdonaba, andá a saber por qué.




Octubre 22
Me mandás un mensaje para que salude a mi sobrino de 4 años por su cumpleaños.
Ni te contesto.




Noviembre 19
Hago una lista de atrocidades. La voy a exhibir.
1- al poco tiempo de conocernos me regalaste una medalla con forma de corazón. Me dijiste que te daba vergüenza. Estaba guardada desde hacía años, eso dijiste. La medalla tenía un significado especial. Una gitana te la había dado para cuando encontraras al amor de tu vida. Me la entregaste a mí. El elegido. Tu hombre. Tu macho para siempre. Yo estaba acostado en mi cama. Respiré profundo y te dije que estaba completamente enamorado de vos.
2- en el tiempo que estuvimos juntos, me dejaste tres veces, por teléfono, sin dar explicaciones.
3- las tres veces terminé pidiéndote perdón.
4- dos veces me insultaste en público, en el colectivo. La primera vez seguí todo el viaje, hasta tu casa. La segunda me bajé en el medio de la ruta.
5- un mes antes de que todo explotara, me escribiste que querías pasar el resto de tus días conmigo. Volví a leer la nota una sola vez.




Noviembre 30
Sufrís mucho. Tenés cicatrices en la cara. Tu casa es de hecho, el decorado perfecto: El portón negro. El pasto sin cortar. El agua pudriéndose en la pileta. Las perras sucias, casi abandonadas. Uno de los gatos se te murió de hambre y lo enterraste en el fondo, al lado del galponcito de tu ex.
Las telarañas, las luces quemadas. El olor de tu heladera. Tus libros, llenos de moho y humedad.
Muñecas sin cabeza tiradas en el living. El colchón destartalado en el que insistías en dormir.
Sufrís tanto que no te alcanzan las horas del día, por eso el insomnio.
Todo eso también, me enamoró de vos.




Marzo 2
Adorabas a mi padre. El hombre que aguanta todo, sin chistar.
Adorás a tu padre, el que no quiere a nadie.
Dijiste que me adorabas a mí, seguramente se lo vas a decir a otros.
Toda mujer adora a un fascista.



Martin Vázquez Grille
De: El mejor momento de nuestras vidas (Inédito)




lunes, 23 de mayo de 2016

EMILIO HERRERA, Un cuarto azul





Todo en el mundo es inquietud


La flor azul de Novalis y el azul en los poemas de Trakl son algo más que dos ejemplos ilustres que anteceden, en cierta forma, los poemas de Emilio Herrera.


Me refiero sobre todo a los poemas de este libro donde el azul salta, de una  imagen a otra, desacomodando el sentido,  hasta volverse símbolo de otra cosa, desconocida.


Por momentos, un símbolo negativo, como  en Trakl. Por momentos, una esperanza de trasmutación, como la idea de otra vida y de otro mundo, mejor que éste, en Novalis. De cualquier manera, marca los límites de un espacio obsesivo del que no se puede salir. Un círculo cerrado, donde el color azul, y sobre todo la palabra azul regresa. En cualquier parte, sin previo aviso. Insistente.


En nuestra poesía vernácula, está el azul del tango, esa pieza llena de melancolía que es el cuartito azul de Mariano Mores: un lugar idealizado, del que uno tiene que irse inevitablemente (la juventud) y al que quisiera regresar, sin embargo.


Esa suerte de paraíso, como lugar espiritual, de pureza, en contraste con las maldades e intereses que constituyen el mundo de afuera. Ya lo ves, todo en el mundo es inquietud, dice el muchacho del tango, que quiere y no quiere regresar.


De esa contradicción (amor odio, afuera y adentro, juventud madurez, noche y día, pero sobre todo refugio y cárcel) está hecha la poesía de este libro llamado, sencillamente “Un cuarto azul”... Salvo que esa sencillez esconde otra cosa: la obsesión de ese símbolo que va variando de estado anímico y de fuerza según las necesidades del poema.


El azul como llave, como ábrete sésamo, pero también como custodio y cancerbero. Si no fuera por la escritura que, con el azul de la tinta, su incandescencia, construye una salida.


¿Del color azul? No; de las divinidades que el azul invoca.  


Lucha encarnizada por vencer a este mundo, pero sobre todo por vencerse a sí mismo.  Emilio Herrera, creo yo, al escribir este íntimo y extraño libro, sale venciendo. ¿Pero a quién? ¿A esas tormentas que amenazan, a cada instante, con destruirlo todo?


Yo creo que no. Y creo que Emilio lo sabe. Sabe que toda guerra es interior y lucha, por eso mismo,  contra ese enemigo que viene de él, y es él mismo. Esas fuerzas internas de las cuales el color azul, con todas sus metáforas, es solo una representación y una señal.


Osvaldo Bossi

Texto leído en la presentación del libro “Un cuarto azul”, de Emilio Herrera (El ojo del mármol, 2016)