jueves, 18 de agosto de 2016

MELISA MAURIÑO

 Escribo tu huella en la tierra del poema



Desnudez

Fue preciso abrir un surco:
imprudente vacío
como se siembra un colmillo
sobre la piel callosa de la luna

cavar el pozo, en secreto
donde arrojar la cara y seca, cosechar
el nido del agua que salpica
el sueño

tapar los espejos para seguirte, lazarillo
maestro de la belleza de nombrar
lo que me falta

y renunciar a tiempo (porque eso apremia)
a la obscenidad de andar vestidos
con ropas ajenas

¿Acaso no es el otro nuestro ropaje?
¿La otra que fui para encontrarme
a mí en tu rodeo?

Mejor la desnudez, decías
Te sienta bien abandonarte al riesgo
de no pertenecerte.

Por todo esto ya no temo a la muerte
sino al hábito
de una vida desapasionada.



La piel de la oruga

Así como la ninfa
yo también tejía
ese capullo negro
en el corazón de la noche
del derrumbe

trenzaba los hilos
de mis largos cabellos
alrededor de tus dedos

ya estaban humedecidos
de tanto escarbar en mi nombre
caído en esa grieta de luz
que unía y separaba tus labios
de los míos

no usabas alianza en ese dedo
pero mis hilos
quizás demasiado frágiles
aún se cortaban
a la tercera vuelta

y tenía que volver a empezar
como si yo también cayera
del borde de tu tiempo

Así como la ninfa
yo también
me bajaba despacio
el vestido como la piel
de la oruga deslizándose
hasta tocar ese final de cuento
anunciado hasta el hartazgo

y aún así
igual que ella
vi con horror la pausa
el vestido,
muerto en la mitad
del cuerpo,
descubriendo a medias
lo sensual, lo trágico
del amor
cuando no se termina.


 Polvo amarillo en el viento de la noche
 A Zeus

 La casa se llenó de polvo amarillo
era otoño, en la ventana golpeaban las luces
del último día

fingí mi propia ausencia con un grito
feroz como los que se pelan cuando hierve
la sangre y se oscurecen las calles

sujetaba entre mis dedos el temblor
animal en celo
cuando arrimé los cuerpos: la fragancia, la pinza del pene
hasta acalambrarme las manos
con sus suaves lentejuelas

llegaste esquivando los cables
un planeador de hueso, de caída
viniste a morir en tu hembra
a esparcir tu siembra sobre el terremoto
antes de caer vuelto cenizas o harapos

pero no pudiste, yo tampoco
supe encontrar las venas de las hojas
la fórmula contra el olvido

te devuelvo al aire con un beso
que suelto entre tus alas
detrás de tu muerte
acaricio la cicatriz del árbol
donde escondiste tu alma, amarilla
la mordida de las flores

derramo mis ojos en el cielo
un incendio, pulpa cadavérica de estrellas más viejas
como hijos que devoran
la carne de sus ancestros, su ademán

tiemblo, te apagás como el árbol que desaparece
bajo su sombra tendida al sol
escribo tu huella en la tierra del poema
abro mis manos
polvo amarillo en el viento de la noche
te veo volar.


 Pasaje

Una polilla se apagaba
se dejaba estrangular por las horas
agarrada a la pared de la sala de hospital
donde los vientres
estaban a punto de abrirse

supe que aun con su agonía a cuestas
quizás debido a ella
era todavía parte del mundo
porque al tocarla con mis yemas sentí
la gamuza de su cuerpo
recibirme humana
en su ser de insecto

¿te conté que antes de morir,
cuando no se aparean,
se vacían el útero de huevos
que están vacíos?

Estaba en eso cuando la acosté en mi mano
y el suyo era un cuerpo en coma
que reconocía la piel
con un profundo silencio

¿te dije que sus alas huelen como el polvo
acumulado sobre los muebles
después de una larga ausencia?

¿que es preciso desplegar muy grandes
los párpados para ver el salto inaugural
que la devuelve añeja, recién nacida
a la caricia del crepúsculo
guiando su último vuelo
de regreso a la tierra?


Melisa Mauriño

Nació en la provincia de Buenos Aires el 13 de diciembre de 1985. Es Licenciada en Psicología egresada de la UBA. Hizo su Residencia en Psicología Clínica en el PRIM Hurlingham y actualmente es residente de la Residencia post-básica interdisciplinaria en Cuidados Paliativos en el hospital Tornú. Escribe poesía y narrativa. Ganó el primer premio del 1er. Concurso Nacional de Poesía Viajero Insomne 2015 con su primer libro “La piel de la oruga”.





domingo, 14 de agosto de 2016

MARCO ROSSI

NOSOTROS TENEMOS BESOS DE VERDAD






 Amor

Carlos le dice a Lucas
que a veces
le parece
que el amor no alcanza
que a veces es poco.
Y Lucas le contesta
cómo va a ser poco
si no tengo más.


Changuito

La primera vez
que Lucas
se pintó los labios
no se escondió.
La primera vez
que le gustó
un changuito
del otro curso
no sintió culpa.
La primera vez
que besó
a ese changuito
casi
sin darse cuenta
no lloró
de vergüenza.


La segunda vez/Papá

Qué pingo hacés
puto de mierda
puto de mierda
puto de mierda.



Mamá

Yo te voy a querer siempre
porque sos mi hijo.
Y lo toca
y lo mira
y lo abraza
y lo mima
y se encuentran.


Whatsapp

Carlos:
odio verte llorar
porque quiero
que siempre
estés feliz.
hoy llorabas por mí
Los momentos de la vida
que uno quiere que sean perfectos
nunca son perfectos
uno quiere que como en las pelis
nadie hable
y toquen violines
y etcétera.
Pero en cambio tocan bocina
 y al boludo de la tele
se le ocurre decir
que San Martin juega como el Barcelona
cuando tu novio llora por vos.

Lucas:
Los violines están atrás
de millones de besos de mentira
todos olvidables
nosotros tenemos besos de verdad
y al gil hablando de San Martin
para no olvidarnos nunca.
Y si San Martin quiere jugar
como el Barcelona
que Brad Pitt quiera ser
como yo
cuando te beso.


La obra

Al papá de Lucas lo miran raro
cuando está zarandeando
la arena.
A tu hijito le gusta
que le peguen
una zarandeada
¿no?


Una de cal y una de arena

El polvo blanco
suspendido en el aire
tapa la noche
Lucas dice que hay que poner
las ventanas mañana
porque entra viento
y les hace frío.
Una de cal y una de arena
las bolsas  que sostienen
a Carlos y a Lucas.
En el conglomerado
la transpiración hace arder
la cal en los cuerpos
y no importa.
Nada existe atrás
de los andamios
los ladrillos
las baldosas
y las paredes a medio hacer
que los defienden.


Marco Rossi

(Bueno Aires 1995, pero reside en Tucumán)