sábado, 6 de agosto de 2016

GUIDO M. DELIA


LA  DROGA ME HIZO MAL






Entre vos y mi yo

Te dije que estabas linda
te sonreíste y tus mejillas de color rosa
se pusieron amarillas.
No fue imposible recibir otra mirada tuya
que respondió a mi halago.
Se hizo allí, entre vos y mi yo, una laguna
con un bote frenado en la orilla entre arena y verdes hojas de árbol.
Entonces lo alzamos hasta la profundidad
Y también ahí el lago se aquietó entre vos y mi yo.
La tormenta había parado
una diminuta pausa se produjo antes de que hablásemos
antes que te diga: linda
antes que nos conociéramos
vos y mi yo.
Antes que te diga: ¿querés ser mi novia?
vos y mi yo el agua habían tomado.




El gato y su llave

En una casa deshabitada y con fantasmas
el gato encuentra allí su llave para escapar
hacia otro sitio más acogedor que los árboles
que vio y ahora no puede ver.
Se recuerda en ellos comiendo una fruta verde
y se esparce entonces para mover el pelaje
en un rincón.
Después de años se prepara a la comodidad
de un hogar hecho de sillones con telas blancas
y lámparas sin luz.
Pero ya no le alcanza con eso y prefiere escapar
a otro sitio más acogedor que los árboles
que vio y ahora no puede ver.




La droga

La droga me hizo mal
decidí cambiar el destino
y probar otras sensaciones.
En el psicólogo continuaba mi miedo
por el que pasaba mientras recordaba esos días.
Les dije a mis amigos corte, que el mambo había sido dejar de consumir
y me rescaté de una; porque mis reflejos
de hombre improvisado ya me interferían
en las decisiones que no llegaba a tomar.
La despedida fue bonita
y recordar mis días de callejero, tirado en medio de la calle,
salvado por un amigo, que se rescató, y me despabiló,
para salvar mi vida, fue el gesto más hermoso que tengo
de aquellos días de soledad.


Guido M. Delía

lunes, 1 de agosto de 2016

COMO FUIMOS DE UN CUERPO A OTRO 




(Sobre algunas fotos de Philip Lorca-di Corcia)

I

En trasnochada lucidez
apaga un televisor
que justo en su justo
punto brillaba para nadie
sólo para un cuerpo
que amaba los silencios
desandando las madrugadas
en busca de sentido
de lo dado a mascullar
cuando son otros los que miran:
es la ventana una mirilla
por donde el mundo pasa
por donde todo muere
y duele. Es el tiempo
de las euforias apagadas.

Así vamos de un cuarto a otro
Como fuimos de un cuerpo a otro

¿De lo que pudimos ser
y no nos dejaron?
escucho que dice un veinteañero
no por ingenuidad
sino porque la clase
le permite todo:
tirar por el balcón un televisor
matar al amante en la bañera
pagar a un escort
que le promete amor
en próximas citas
esto es “Los Ángeles” en ruta 2.
Este slip, animal print del bueno.




II

No habla de brillos
solamente
lo que estimula
el sentido/ en lo oscuro
en lo obtuso
en la abstracción
mediana del semblante:
puro reflejo
en una escena que es
pura representación

En una ficción
engalanada de luces inciertas
como si la simiente del punto y aparte
arrastrara a estos personajes
Habla, dice algo a alguien
con la mirada
al miché, al gato
empotrado en su silla

a la otra orilla
se llega remando
y se encandila
con la lejana arrogancia
de febrero
con el vestido
plisado por la herencia
y en cada pliegue
una melancólica
y dulcísima voz
evoca la carencia

solo unas fotos desplegadas
un memo test
donde poder encontrar
un par de piezas
una hidalguía
que cobre interés
cuando amanezca.

Juan Fernando García  (Necochea, 1969)