miércoles, 31 de agosto de 2016

LAURA FUKSMAN



 vuelvo a vestirme de blanco



No sólo el pan se vuelve cotidiano.
Con el mismo asombro
que los verdes búhos de traje victoriano
descifran mis trazos
en la pequeña libreta
traída de África
con el mismo asombro
escucho el albedrío de mi voz
y las palabras con las que soy dicha.



*

mientras se abisman inmóviles en el centro del torbellino
(André Bretón)
                                                                                                           


y de cáscara
el permiso
tapiz sin pleamar
atajo
mi voz
por tu cuerpo


**

vuelvo a vestirme
de blanco
si lo onírico escapa
del edredón en retazos
vuelvo a vestirme
sin permiso
vuelvo de blanco
con dificultad
a lo desecho
y al desencanto
de blanco vuelvo suceso
vestirme de próspera grieta
tesoro de nívea ilusión
vuelvo a vestirme
de blanco
a vestirme virgen
mirra entre mis cactus
sin terrazas hinojos,
jesuses ni magdalenas
vuelvo
a vestirme
de blanco
inmaculada.


Laura Fuksman
De su libro Hostal Klezmer (Ed. Zindo de Gafuri, 2016) 



domingo, 28 de agosto de 2016

JORGELINA SOULET


Arena del Sahara en un frasquito



Fetichismo es
guardar pestañas en bolsitas
mezcladas con mechones de tu pelo largo
un escarabajo egipcio remendado
arena del Sahara en un frasquito
tu pijama azul con flores
y las piedras de la última playa del último verano.
En repetida ceremonia
peino con paciencia los mechones
abro los frasquitos
y sumerjo mis manos en la arena
huelo tu ropa
me pruebo tu pijama
como si no hubiera
doce mil kilómetros de mar entre nosotras
ni tres años de distancia
entre tus pestañas y las mías.



 *


Ostenta el poder
conduce el timón
y leva las anclas.
Pero vuelve
y las arroja
lejos
muy lejos
enredadas a mi cuello.
Aunque
nunca supo
que en mí se esconde
un pez.


*


Ahora
en esta casa
virgen de asombro y de pasado
donde no hay fantasmas
ni ayer que la oscurezca.
Acá
donde descanso a la sombra
y nadie me observa desde los balcones.
Aquí y ahora
en esta casa
nada regresa.



*


De la batalla naval
me quedan dos buques hundidos
un velero que no flota
un barquito azul sin proa
un par de salvavidas
y la tormenta más áspera.
En un compás de brazos y piernas
me estiro a la superficie
una bocanada me llena de sal
para viajar otra vez al fondo.
Con este remo huérfano
será necesario
aprender el lenguaje de las algas.




Jorgelina Soulet