martes, 22 de noviembre de 2016

La canción del barrio



Está hecha con nada, o casi nada, la poesía de Marco Rossi Peralta. Sus versos, cuando uno los lee, no parecen versos sino las modulaciones de una voz que se deja llevar por sus historias, con esa naturalidad. Como si contar y cantar fueran lo mismo, como si la anécdota (vista, por algunos poetas, como residuo) fuera el verdadero tesoro sobre el cual estos poemas detienen su mirada. A veces, estas vidas se entrelazan unas con otras, a veces sus deseos o sueños (como el de conducir un colectivo, o mover una casa de lugar) se aíslan y brillan hasta encontrar un lugar en el mundo, una suerte de eternidad (como casi todo en este libro) que se escapa del tiempo y su asedio constante. De hecho, hay un poema que se llama “En un solo segundo”, donde una mujer y un hombre (María y Pablo) que no tienen nada, tienen sin embargo el amor de sus cuerpos y con eso -la demorada entrada de uno en el otro- logran vencer a la muerte. Sus poemas me llegaron a través de un mensaje que Marco me envió por facebook una de estas últimas mañanas de invierno. Abrí el archivo y enseguida quedé deslumbrado. Uno de esos poemas, me acuerdo, decía así: Carlos le dice a Lucas / que a veces / le parece / que el amor no alcanza / que a veces es poco. // Y Lucas le contesta  / cómo va a ser poco / si no tengo más. El poema se llama “Amor”. Lo que sentí, al leerlo, es que la poesía empezaba otra vez, como si nada hubiera pasado. En la voz de este chico de veintipico de años nacido en Tucumán (o Micumán, como se llama este libro), después de todos los apocalipsis, su voz volvía a nombrar las pequeñas cosas del mundo. Cercana, tierna, sin pretensiones. Como en La canción del barrio, quizás, de Carriego. Con esa inocencia.

Osvaldo Bossi

POEMAS



Amor
Carlos le dice a Lucas
que a veces
le parece
que el amor no alcanza
que a veces es poco.
Y Lucas le contesta
cómo va a ser poco
si no tengo más.


Changuito
La primera vez
que Lucas
se pintó los labios
no se escondió.
La primera vez
que le gustó
un changuito
del otro curso
no sintió culpa.
La primera vez
que besó
a ese changuito
casi
sin darse cuenta
no lloró
de vergüenza.


Mamá
Yo te voy a querer siempre
porque sos mi hijo.
Y lo toca
y lo mira
y lo abraza
y lo mima
y se encuentran.


Whatsapp
Carlos:
odio verte llorar
porque quiero
que siempre
estés feliz.
hoy llorabas por mí
Los momentos de la vida
que uno quiere que sean perfectos
nunca son perfectos
uno quiere que como en las pelis
nadie hable
y toquen violines
y etcétera.
Pero en cambio tocan bocina
 y al boludo de la tele
se le ocurre decir
que San Martin juega como el Barcelona
cuando tu novio llora por vos.
Lucas:
Los violines están atrás
de millones de besos de mentira
todos olvidables
nosotros tenemos besos de verdad
y al gil hablando de San Martin
para no olvidarnos nunca.
Y si San Martin quiere jugar
como el Barcelona
que Brad Pitt quiera ser
como yo
cuando te beso.


La obra
Al papá de Lucas lo miran raro
cuando está zarandeando
la arena.
A tu hijito le gusta
que le peguen
una zarandeada
¿no?


Una de cal y una de arena
El polvo blanco
suspendido en el aire
tapa la noche
Lucas dice que hay que poner
las ventanas mañana
porque entra viento
y les hace frío.
Una de cal y una de arena
las bolsas  que sostienen
a Carlos y a Lucas.
En el conglomerado
la transpiración hace arder
la cal en los cuerpos
y no importa.
Nada existe atrás
de los andamios
los ladrillos
las baldosas
y las paredes a medio hacer
que los defienden.

Marco Rossi Peralta

De “Mucumán” (Editorial Monoambiente, Tucumán 2016)