Todo en el mundo
es inquietud
La flor azul de Novalis
y el azul en los poemas de Trakl son algo más que dos ejemplos ilustres que
anteceden, en cierta forma, los poemas de Emilio Herrera.
Me refiero sobre todo a
los poemas de este libro donde el azul salta, de una imagen a otra, desacomodando el sentido, hasta volverse símbolo de otra cosa,
desconocida.
Por momentos, un símbolo
negativo, como en Trakl. Por momentos, una esperanza de trasmutación,
como la idea de otra vida y de otro mundo, mejor que éste, en Novalis. De cualquier manera,
marca los límites de un espacio obsesivo del que no se puede salir. Un círculo
cerrado, donde el color azul, y sobre todo la palabra azul regresa. En
cualquier parte, sin previo aviso. Insistente.
En nuestra poesía
vernácula, está el azul del tango, esa pieza llena de melancolía que es el
cuartito azul de Mariano Mores: un lugar idealizado, del que uno tiene que irse
inevitablemente (la juventud) y al que quisiera regresar, sin embargo.
Esa suerte de paraíso,
como lugar espiritual, de pureza, en contraste con las maldades e intereses que
constituyen el mundo de afuera. Ya lo
ves, todo en el mundo es inquietud, dice el muchacho del tango, que quiere
y no quiere regresar.
De esa contradicción (amor
odio, afuera y adentro, juventud madurez, noche y día, pero sobre todo refugio
y cárcel) está hecha la poesía de este libro llamado, sencillamente “Un cuarto
azul”... Salvo que esa sencillez esconde otra cosa: la obsesión de ese símbolo
que va variando de estado anímico y de fuerza según las necesidades del poema.
El azul como llave,
como ábrete sésamo, pero también como custodio y cancerbero. Si no fuera por la
escritura que, con el azul de la tinta, su incandescencia, construye una
salida.
¿Del color azul? No; de
las divinidades que el azul invoca.
Lucha encarnizada por
vencer a este mundo, pero sobre todo por vencerse a sí mismo. Emilio Herrera, creo yo, al escribir este
íntimo y extraño libro, sale venciendo. ¿Pero a quién? ¿A esas tormentas que
amenazan, a cada instante, con destruirlo todo?
Yo creo que no. Y creo
que Emilio lo sabe. Sabe que toda guerra es interior y lucha, por eso
mismo, contra ese enemigo que viene de él,
y es él mismo. Esas fuerzas internas de las cuales el color azul, con todas sus
metáforas, es solo una representación y una señal.
Osvaldo
Bossi
Texto
leído en la presentación del libro “Un cuarto azul”, de Emilio Herrera (El ojo
del mármol, 2016)
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