domingo, 11 de diciembre de 2016

Graciela Perosio

El privilegio de los años



mientras pelo las cebollas
que pondré en el horno
pienso: no quiero ser post
ni escribir postliteratura, ni leerla
ni mucho menos estudiarla
no quiero definirme por haber
llegado tarde a una fiesta
a la que creo, no fui invitada
estudiar el pasado, asumirlo
pero a la vez comenzar…

algo se me tiene que ocurrir
a pesar de la caída del muro
de la caída de las torres
de las caídas y de los caídos

de nuevo buscar mi palabra
y que no sea ruido de fondo
el resto que se irá por la cañería
cuando lavés los platos
                     
en cambio, ofrecería un banquete

o acaso, quienes nacimos a la mitad del siglo
¿no pagamos ya bastante por  todo?
¿cuándo vamos a festejar
el simple triunfo de estar vivos y en pie?
¿para cuándo entonces, el poema mayor?


*

                                                       (a Leonardo Martínez)

hubo en mi infancia un patio amarillo
hubo además, un acolchado rojo
que los años fueron destiñendo

lo tendía en el centro
para recostarme encima
con el propósito expreso
de mirar nubes
cuánto amaba seguir las transformaciones
de castillo a dragón, de princesa
a caballo, a pajarito, a mariposa

y mi vieja desde la cocina: Graciela,
andá al almacén, necesito manteca
y yo: pero no puedo, mami, estoy ocupada,
estoy pensando
mi vieja impávida, sin saber
qué hacer con su enojo
porque intuía que la hija
no le daba una excusa, sino que era cierto
              
el pensamiento siempre fue mi fortaleza
frágil e invencible
como las nubes
el deseo de la piel
en cambio
se me perdió
¿cómo encontrar hoy esa voz subterránea?
apenas, el gemido de una niña
que se quedó sola con las hadas                        
no del todo confiables



Graciela Perosio

Buenos Aires, 1950, De El privilegio de los años. Editorial Leviatán. Buenos Aires. 2016.
                                                   

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