por Guido M. Delía
Una amistad es el puente
que lleva a cualquier camino y, por este insólito camino se está entre los que
queremos, se comparten momentos bellos. En el taller de poesía hemos sido
acompañados por un hermoso y querido docente: Osvaldo Bossi.
Sin saberlo, en mis 5
años de taller, los amigos que conseguí aquí, me devolvieron mucho, y tanto más
preciso que un sonido: la palabra. El movimiento de astros que hay en la casa
de Osvaldo me humaniza como un escarabajo y su potencial fuerza, en lo pequeño.
Siento una gran alegría de pertenecer a este solar de personalidades que
conmigo se hacen parte de lo que no sabemos.
Existe una camaradería espectral sobre nosotros a la que, sinceramente, acudo, cuando algo feo pasa. Una benévola aparición del sentido humano del hombre y mujer que requiere saciar su alma en la poesía. Y las prendas de vestir acurrucadas en posición verbal, como hacen los que, sin ver, pueden anteponerse a los hechos. Por estas y muchas más cosas me refiero a mi profesor como un amigo. Porque se ve que él así lo hace posible.
Esta amistad requiere de un aprendiz, de un profesor y de un grupo que atienda, en distraídas ocasiones, los caprichos del que tiene a su lado. Y sentirse parte de todo esto me resulta inmensamente conmovedor. Tener que explicar lo que es la amistad sería entrar en terreno llano o tal vez precario porque, la amistad se da cuando hay trabajo, dedicación, poesía y formas vertidas en un poema que dará a luz.
Para ello está Él,
Osvaldo, para sanarnos y disponer de nuestras palabras que se vuelven ciertas
en su boca.
Queremos mostrar esta plaquette, hoy, en el Espacio Mu, para terminar el año 2016 y celebrar juntos la participación en el Ciclo El Rayo Verde, también; que demuestra siempre estar a la altura de los momentos difíciles del país. Un espacio también producto de la amistad entre nosotros: Patricio, Bárbara, Emilio, Cecilia, Marcos, Romina, Marlos, Gustavo, Osvaldo y yo. Y a ustedes, hacerlos parte de esta comunidad poética.
*
2.- Compartir el pan
por Natalia
Leiderman
Hace unas semanas, un
compañero de la facultad compartió un fragmento de un texto que tengo el deseo
inmenso de compartir con ustedes, y especialmente con mis compañerxs de taller:
¿Dónde están las
palabras, dónde la casa, dónde mis antepasados, dónde están mis amores, dónde
mis amigos?
No existen. Todo está por
construir. Debes construir la lengua que habitarás y debes encontrar los
antepasados que te hagan más libre. Debes construir la casa donde ya no vivirás
solo. Y debes construir la nueva educación sentimental mediante la que amarás
de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad general, porque los que
se han despertado son la pesadilla de aquellos que todavía duermen. (Tiqqun[1], “La guerra apenas ha comenzado”)
Creo que el espacio de taller con Osvaldo, y creo que la poesía, nos proponen eso: dar de nuevo, reconstruir, ser libres para volver a dibujar una y otra vez nuestro camino. Con la poesía nada es sencillamente lo que es. Como decía Lezama Lima, y como dijo Mariela el otro día en el taller: el poeta es el guardián de la semilla, de la posibilidad infinita. Unx en la poesía puede volver a elegir: a quién amar, quién ser, en qué mundo vivir. Con quién hermanarse. El grupo de los jueves es para mí un gran grupo de hermanxs, de amigxs, de compañerxs. “Compañero” es una palabra hermosa, que viene del latín y significa “compartir el pan”. Cada jueves elegimos compartir el pan de la poesía. Y esto significa muchas cosas: compartir historias, amores, dolores, preguntas, y compartir las distintas estrategias que tiene cada unx para conjurar y transformar todo eso.
Agradezco en nombre de todxs a todxs: por la atención, el amor, la avidez. No me olvido nunca de una cosa hermosa que dice Aristóteles sobre la amistad: que multiplica la percepción. Eso es lo que nos pasa todos los jueves y lo que está pasando ahora: nos multiplicamos.
Gracias en nombre de todo mi grupo a Osvaldo, quien nos abrió un nuevo mundo de posibilidades, o más bien nos dio generosamente la llave para poder abrirlo.
Y gracias especiales a
Jorgelina, poeta justísima inquietante y generosa, que fue en nuestro taller
quien se puso oficialmente la camiseta para la realización de esta plaquette.
Ahora sí, nos entregamos: empezamos con la lectura.
*
2.-Cierre de acto escolar
para mamá
por Cecilia Berrondo
Nos tocó presentar a Naty
y a mí al grupo de los jueves.
Nos intitulamos “El poema
que fue jueves” para esta ocasión especial.
Voy a ser breve y decir
solamente que cada jueves por la tarde durante dos horas nos encontramos
a jugar muy seriamente con otros compañeros y otras compañeras y lo hacemos
alrededor de un maestro como Osvaldo.
Remarco estas palabras:
Juego/Encuentro/Compañeros/Compañeras/Maestro.
Y en lo personal decir
que hoy es un día especial para mí ya que están mis 3 hijos a los que amo profundamente
y mi hermano.
Este es el acto de cierre
escolar para mamá.
Y agradecerles a todos
por acompañarnos en este Juego y en el disfrute del Juego con la palabra.
*
4.- El amor a la palabra como
pacto de amor
por Gustavo
Gottfried
Esta plaqueta, que presentamos hoy, representa el trabajo de un año en el
taller de los sábados, en casa de Osvaldo. Así que, en la lista de
agradecimientos, el primer lugar, indudablemente, debe ocuparlo él.
Enseñar es, literalmente,
dejar un signo en el otro, y, como ya lo ha señalado Carlos Battilana, Osvaldo
nos ha marcado a todos con el signo del amor. El amor a la palabra como pacto
de amor. Amor por el otro, más allá de todo. Por eso los textos que se
producen, por eso los vínculos que se generan, en este lugar. Porque si algo
terminamos de aprender -particular y dolorosamente- en este año, es que la
belleza surge del amor y que nunca nunca sucede al revés.
Hace diez años que soy
alumno del mismo maestro y, a lo largo de este tiempo, Osvaldo no ha hecho más
que volverse más comprensivo, más luminoso y sabio. Agradezco entonces que hoy
me haya dado el honor de editar una publicación como esta. Agradezco a mis compañeros
Emilio, Cecilia, Marlos, Cristóbal, Romina, Marcos, Guido. También a Javier, a
Mariana, a Silvana, y a otros que este año no pudieron venir tanto.
Agradezco especialmente a
Bárbara y a Patricio, por compartir la responsabilidad de la edición a través
de la sensible tarea de las correcciones.
Agradezco a Alfredo
Machado por su arte, que es poesía en imágenes, para nuestra tapa.
Agradezco a mi gran
amiga, María Valeria Chinnici, por el hermoso diseño, la paciencia y el
esfuerzo…
…y también a su hermano,
Juan Ignacio Chinnici, por haber impreso en sus mágicos talleres del pasaje
Lanin, esta plaqueta lujosa e impecable, pero sin que nuestra economía se viera
amenazada.
Y a todos ustedes, los
amigos del Rayo, que es otra de las manifestaciones del amor: nada más y nada
menos que una fiesta.
Feliz año viejo, feliz
nuevo comienzo
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