Así mira un dios lo que ha creado
SOMBRA DE MÍ
Bien sé yo que esta
imagen
Fija siempre en la
mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí
existe
Antes que el tiempo
acabe.
Mi amor así visible me
pareces,
Por mi dotado de esa
gracia misma
Que me hace sufrir,
llorar, desesperarme
De todo a veces, mientras
oras
Me levanta hasta el
cielo en nuestra vida,
Sintiendo las dulzuras
que se guardan
Sólo a los elegidos
tras el mundo.
Y aunque conozco eso,
luego pienso
Que sin ti, sin el raro
Pretexto que me diste,
Mi amor, que afuera
está con su ternura,
Allá dentro de mí hoy
seguiría
Dormido todavía y a la
espera
De alguien que, a su
llamada,
Le hiciera al fin latir
gozosamente.
Entonces te doy gracias
y te digo:
Para esto vine al
mundo, y a esperarte;
Para vivir por ti, como
tú vives
Por mí, aunque no lo
sepas,
Por este amor tan hondo
que te tengo.
EL AMANTE ESPERA
Y cuánto te importuno,
Señor, rogándote me
vuelvas
Lo perdido, ya otras
veces perdido
Y por ti recobrado para
mí, que parece
Imposible guardarlo.
Nuevamente
Llamo a tu compasión,
pues es la sola
Cosa que quiero bien, y
tú la sola
Ayuda con que cuento.
Mas
rogándote
Así conozco que es
pecado,
Ocasión de pecar lo que
te pido,
Y aún no guardo
silencio,
Ni me resigno al fin a
la renuncia.
Tantos años vividos
En soledad y hastío, en
hastío y pobreza,
Trajeron tras de ellos
esta dicha,
Tan honda para mí, que
así ya puedo
Justificar con ella lo
pasado.
Por eso insisto aún,
Señor, por eso vengo
De nuevo a ti, temiendo
y aun seguro
De que si soy blasfemo
me perdones:
Devuélveme, Señor, lo
que he perdido,
El solo ser por quien
vivir deseo.
DESPUÉS DE HABLAR
No sabes guardar
silencio
Con tu amor. ¿Es que le
importa
A los otros? Pues
gozaste
Callado, callado ahora
Sufre, pero nada digas.
Es el amor de una
esencia
Que se corrompe al
hablarlo:
En el silencio se
engendra,
Por el silencio se
nutre
Y con silencio se abre
Como una flor. No lo
digas;
Súfrelo en ti, pero
cállate.
Si va a morir, con él
muere,
Si va a vivir, con él
vive.
Entre muerte y vida,
calla,
Porque testigos no
admite.
PRECIO DE UN CUERPO
Cuando algún cuerpo
hermoso,
Como el tuyo, nos lleva
Tras de sí, él mismo no
comprende,
Sólo el amante y el
amor lo saben.
(Amor, terror de
soledad humana.)
Esta humillante
servidumbre,
Necesidad de gastar la
ternura
En un ser que llenamos
Con nuestro
pensamiento,
Vivo de nuestra vida.
Él da el motivo,
Lo diste tú; porque tú
existes
Afuera como sombra de
algo,
Una sombra perfecta
De aquel afán, que es
del amante, mío.
Si yo te hablase
Cómo el amor depara
Su razón al vivir y su
locura,
Tú no comprenderías.
Por eso nada digo.
La hermosura,
inconsciente
De su propia celada,
cobró la presa
Y sigue. Así, por cada
instante
De goce, el precio está
pagado:
Este infierno de
angustia y de deseo.
UN HOMBRE CON SU AMOR
Si todo fuera dicho
Y entre tú y yo la
cuenta
Se saldar, aún tendría
Con tu cuerpo una
deuda.
Pues ¿quién podría
precio
A esta paz, olvidado
En ti, que al fin
conocen
Mis labios por tus
labios?
En tregua con la vida,
No saber, querer nada,
Ni esperar: tu
presencia
Y mi amor. Eso basta.
Tú y mi amor, mientras
miro
Dormir tu cuerpo cuando
Amanece. Así mira
Un dios lo que ha
creado.
Mas mi amor nada puede
Sin que tu cuerpo
acceda:
Él sólo informa un mito
En tu hermosa materia.
Luis Cernuda
De “Poemas
para un cuerpo”
Lujo.
ResponderEliminar