lunes, 9 de mayo de 2016

IGNACIO DI TULLIO




 soñaba que un golpe podía partir ese fruto



El colorista

Es la tarde.

En esta película sin sonido
parado en los bordes de un jardín
mi padre riega plantas y pasto

pareciera que no se mueve
pero arrastra una pesada boa
y hasta donde crecen cardos y se pierden los árboles
llega lento
deja caer el chorro que siembra
un ciego pozo
como el hueco de un ojo sin ojo

la sed cambia el color de la tierra
antes de que el agua toque el suelo

se levanta polvo

cuando riega su jardín
moja de sombra
la oscuridad de lo seco.



La nuez

Casi al ras del suelo
todos los hombres que yo no era
miraban tu nuez subir y bajar
a cada trago.
Cuando me alzabas en brazos
estudiaba el recorrido del hueso irregular
que sobresalía de tu garganta
como de la piel de un reptil.
Atrapaba la nuez con el índice y el pulgar
y me entretenía obstruyendo su trayecto
hasta que te atragantaras de risa.

Creía que el hueso
cabía en el hueco de una mano.

Soñaba que un golpe podía partir ese fruto
y en su interior, la lágrima seca que duerme
en el corazón de los duraznos.

IGNACIO DI TULLIO
Poemas pertenecientes a Famiglia, de próxima aparición en Ediciones del Dock.
























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