soñaba que un golpe podía partir ese fruto
El colorista
Es la tarde.
En esta película
sin sonido
parado en los
bordes de un jardín
mi padre riega
plantas y pasto
pareciera que no
se mueve
pero arrastra
una pesada boa
y hasta donde
crecen cardos y se pierden los árboles
llega lento
deja caer el
chorro que siembra
un ciego pozo
como el hueco de
un ojo sin ojo
la sed cambia el
color de la tierra
antes de que el
agua toque el suelo
se levanta polvo
cuando riega su
jardín
moja de sombra
la oscuridad de
lo seco.
La nuez
Casi al ras del
suelo
todos los
hombres que yo no era
miraban tu nuez
subir y bajar
a cada trago.
Cuando me
alzabas en brazos
estudiaba el
recorrido del hueso irregular
que sobresalía
de tu garganta
como de la piel
de un reptil.
Atrapaba la nuez
con el índice y el pulgar
y me entretenía
obstruyendo su trayecto
hasta que te
atragantaras de risa.
Creía que el
hueso
cabía en el
hueco de una mano.
Soñaba que un
golpe podía partir ese fruto
y en su
interior, la lágrima seca que duerme
en el corazón de
los duraznos.
IGNACIO DI TULLIO
Poemas
pertenecientes a Famiglia, de próxima aparición en Ediciones del Dock.
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