nunca tuve un amado
Mirando una vieja
fotografía
No estalló una bomba.
No hubo un incendio.
Estalló la vida.
La vida se agotó como un fósforo.
Todas esas personas jóvenes
que sonríen a cámara en una boda
en esa foto que amarillea
murieron a una edad razonable
y de dolencias comunes.
“Hay una puerta que se ha cerrado hasta el fin del mundo”
Y qué rápidamente.
Diciembre I
Es diciembre
y los estudiantes que aprueban
sus exámenes
rompen las hojas de las carpetas
en la calle.
Es un ritual.
Es diciembre. Se
acercan las fiestas.
Las mujeres tratamos
de que la casa esté más hermosa
que nunca:
limpiamos la vajilla
sacamos telas de araña
dedicamos días y días a las plantas
corremos muebles de lugar.
Es un ritual.
Y yo, Tasso, rompo las hojas de
tus cartas
porque nuestro amor fue un fruto
de mi
imaginación.
Algo de eso aprendí
en las noches en que no podía dormir.
Y aprobé ese examen.
El Nunca
Nunca tuve un amado
que hiciera un largo viaje por los campos para verme.
Nunca le saqué las botas a un hombre cansado.
Nunca tuve un amado.
Nunca viví en el campo.
Pero hice de mi casa un lugar
donde brindo tierna hospitalidad a las plantas y los
animales.
Nunca supe qué me quieren decir los ojos de un hombre
cuando me dice que me quiere.
Pero conozco muy bien la mirada de mi perro.
Estela Figueroa
De “La Forastera”
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