alzo la mirada y veo a mi madre
No hay comienzo sencillo.
Con torpeza saco las alas,
estiro las patas lo más que puedo,
se alinean mis vértebras y al erguirme
doy la primera bocanada en este mundo.
Siento en mis pulmones la fría sustancia del aire
y la expulso a gritos. Ésta es mi voz, me digo.
Alcanzo a ver el color oscuro de la tierra,
el pasto reseco, los acantilados.
Alzo la mirada y veo a mi madre.
Recién entonces nazco.
Mi madre, a quien ahora
puedo observar después de meses
de estar inmerso en el calor del huevo,
guarda un largo silencio
mirándome a los ojos pegoteados
antes de acercar su pico por primera vez
y limpiarme. ¿En cuántas moradas más
iré yo a entrar y luego ver por fuera?
Tom Maver
Me gustaron mucho.
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