De pronto, el pensamiento me llevó en su vuelo
Este
libro que me toca presentar, publicado por Mágicas
naranjas (escrita por grandes poetas -por poetas niños- y dirigida a niños
lectores, no importa la edad) se llama La
trasmutación del oro, y lo escribió un poeta de la provincia de San Juan,
que dedicó gran parte de su vida a buscar el oro, haciéndose minero, a ver si de
esta forma se volvía rico de una buena vez. Pero he aquí que en el camino,
aunque no encontró esa piedra preciosa, se dio cuenta que el oro, tan anhelado,
estaba muy cerca y en todas partes.
Si no me equivoco, toda su poesía es el
resultado de esa búsqueda incansable y de ese hallazgo. Cada poema suyo habla
de esa transmutación, que convierte una cosa aparentemente insignificante en
algo primordial. Las conversaciones de la gente de su pueblo, de los
trabajadores como él, siempre un poco deshilachadas, llevadas por el viento,
caen intactas entre sus versos, y uno siente que cada palabra posee el brillo
de una verdad, una verdad poética desde luego, nada pretenciosa, algo que
aparece y desparece delante de nuestros ojos, brilla y enseguida se extingue,
como un relámpago.
Esas
voces, al parecer, son el primer oro, el
más delicado, el más efímero de todos, y Escudero tiene la generosidad de
guardar su huella en cada uno de sus poemas. Y algo muy extraño, que se me ocurre
ahora mientras escribo: a medida que él buscaba el oro real entre las montañas
de San Juan, el oro iba hacia él, lo buscaba de distintas maneras, como dije
antes, en las voces de las personas y en lo que esas vidas tenían de precioso,
sin necesidad de otra cosa.
Así fue como un día dejó la minería y empezó a
escribir una obra que es como el oro, el hallazgo del oro, para cada uno de nosotros.
Al leerla, uno comprende la vida de
todos los días y vislumbra sus recovecos, su juego de las escondidas, donde lo
más importante se encuentra siempre delante de nuestros ojos, nunca lejos, como
la Carta robada de Poe. Pero ese oro,
¿estaba realmente afuera o adentro, en el propio corazón de Escudero? Por
suerte, antes de irse, escribió una pequeña nota para los niños que fueran a
leer este libro y este poema, La
trasmutación del oro, y así queda aclarado el asunto para siempre.
Si
me permiten, voy a leérselas ahora . Dice así:
Si, queridos amigos, sentado en la
placita del barrio sentí la transmutación del oro.
Allí vivi lo que dice el poema. Es
el caso de un “poema vivido”.
De pronto, el pensamiento me llevó
en su vuelo a la cordillera de los
Andes, cercana y motivo de mis andanzas
en el cateo de minerales en la provincia de San Juan, donde vivo.
Bastó ese encuentro para sentirme
ampliamente satisfecho y darme cuenta del verdadero hallazgo: Que en mí mismo
estaba el oro.
Borges escribió un poema muy
hermoso que se llama El oro de los tigres,
donde cuenta que el oro del principio (el color amarillo en el pelaje de los
tigres, que iba a visitas de niño en el jardín zoológico de Buenos Aires) era
el mismo oro del final, ya que el amarillo era uno de los pocos colores que
podía ver, cuando ya casi no podía distinguir el mundo visible que lo rodeaba.
Francisco Madariaga, poeta de los esteros y también del habla -un poco
surrealista- de su gente, tiene otro poema extraordinario que se llama Los tembladerales del oro, donde todo es
tocado por el oro de los sueños y el oro del amor, que es el más difícil de
encontrar.
En fin, doy estos ejemplo para recordar, y recordarme, que lo
que hizo Escudero a lo largo de su vida y de su obra no es tan extraño, de
alguna manera todos los poetas lo hacen, y todas las personas, de una manera
casi secreta, también: buscar el oro del amor, aunque esté cubierto por el oro
de la melancolía que es una de las formas del oro, quizás.
Y siguiendo con el oro y sus
trasmutaciones, un capítulo aparte merecen las ilustraciones de Romina
Pernigotte que acompañan el libro. No son el soporte de las palabras, si no que
tienen la misma fuerza y la misma maravilla, y desde ahí conversan, las
imágenes del poema y las imágenes de los dibujos, en una clara amistad, como si
se conocieran desde siempre.
Celebro la publicación de este
libro, pequeño libro de oro en el mundo de la publicaciones de papel y tinta.
Por todo lo antes dicho, y por el trabajo de edición y el cuidado de mis amigos
editores (Hilda Fernández y Gustavo Gottfried) con quienes comparto este sueño. Sueño hecho realidad. La
realidad que es el único oro que conocemos, cuando, como en este caso, es
atravesada por la poesía.
Osvaldo Bossi
Texto leìdo durante la presentaciòn
de "La trasmutaciòn del oro" de Jorge Leònidas Escudero
(Màgicas naranjas, 2016)
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