lunes, 10 de octubre de 2016

A dónde vas con este frío (prólogo, Andruetto)



 


"Un niño muerto de frío, un robot, un niño que inventa su propia máquina del tiempo, un fabulador, un niño al borde de la muerte y otro que se alimenta de sangre… y entre todos ellos, este niño que nos cuenta acerca de otros niños desde su (diferente) condición social y familiar y desde su deseo también diferente. Ese niño a veces llamado Os y otras veces Osvaldo y otras veces El Capitán, que produce la ilusión de lo estrictamente autobiográfico."

"Como aquellos conmovedores poemas relatos sobre El muchacho de los helados, estos cuentos giran en torno al descubrimiento del deseo, un deseo cargado de ingenuidad que sorprende a quien lo siente, repleto de amor por ese otro admirado, por fin descubierto. Es ese tono menor, esa lengua siempre lejos del saber y del saber hacer, esa mirada de candoroso fracaso, más la nula pretensión de impresionar a su lector, lo que vuelve encantadores a estos cuentos sobre el despertar a la vida, la amistad, la ausencia de un padre y sobre todo la inmensa necesidad de ser amado, necesidad por la cual se está dispuesto a hacer lo que pidan, como bien se ve en el cierre del cuento con que finaliza el libro."

"Tal vez porque, como quería Pavese, estamos ante un narrador que intenta contar asuntos más grandes que él, Bossi nos conmueve por izquierda, en el más sencillo y puro arte de contar.  La enfermedad, las diferencias sociales, los bordes de la muerte, los secretos e inventos en la infancia, los personajes de historieta, la crueldad y la fantasía se miran desde ese estupor tan difícil de atrapar, mundo en el que nuestro escritor se desplaza con el desparpajo de los inocentes. Camina con gracia por los bordes del realismo, el relato de vampiros, la ciencia ficción o el fantástico, sin entrar en ninguno de esos esquemas, en la búsqueda de un lenguaje despojado de “literatura”, desnudo de retórica, para provocarnos la sensación de ser confidentes de algo que se nos cuenta al oído, un secreto no exento de dolor y sin embargo pleno de belleza."


María Teresa Andruetto  (prólogo, fragmento)








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