lunes, 12 de septiembre de 2016

DENISE LEÓN

Para qué lanzas tu red, Señor




De El trayecto de la herida (Alción 2011)


7

 Fue enseñado que antes de la festividad se sacrifica ritualmente
un animal salvaje o un ave.
Las escuelas de sabios discuten aún
cómo se debe cubrir su sangre.
Todavía recuerdo la gente alrededor,
las paredes blancas de la casa
y la mirada del gallo ahogándose
lentamente
en el esfuerzo de una desesperación sin objeto.
Conozco bien su mirada de asfixia
conozco bien su mirada de sangre
conozco bien su mirada de gallo.


(De Templo de pescadores, 2013, Alción: Córdoba)

Cumple tus promesas, Señor:
No te despiertes de mí
ni me prohibas
el dolor
con tu razón traidora.
Mi cuerpo
se ha enfriado
como los barcos
desnudos.
Han cambiado
tantas cosas.
Pero el dolor
arde
como la fiebre
o
como otro corazón.



 Para qué lanzas tu red,
Señor.
Todo esto
te pertenece.
Yo
-en cambio-
planté semillas
que no florecieron.



(De El saco de Douglas, 2011, Paradiso: Buenos Aires)
Luisa, 1914

yo kumplo las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Miro al muro i las solombras se ajigantan komo dedos. Era enverano. Lavoro sin parar. Era enverano i mi madre me disho no te kites los chapines. Hasta las alfilercikas son biudas en esta sombrerería i kumplen las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Kada una de las partes iguales en las que se divide el día el korazón me se apreta mientras las tijeras marmullan komo si estuvieran meldando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al filo. El filo sigue los dedos. Los dedos siguen los oyos. Los oyos kumplen las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a toparlo. Dende ke el gayo a kantado mi karne i mi gueso son piedra: la hora de la partensia se eskuende en mis labios – mansos – como perras.

yo acato las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Miro hacia la pared y las sombras se agigantan como dedos. Era verano. Trabajo sin parar. Era verano y mi madre me dijo no te quites los zapatos. Hasta las alfilercitas son viudas en esta sombrerería y acatan las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Cada una de las partes iguales en las que se divide el día  se me aprieta el corazón mientras las tijeras murmuran como si estuvieran rezando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al hilo. El hilo sigue los dedos. Los dedos siguen los ojos. Los ojos acatan las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a encontrarlo. Desde que el gallo ha cantado mi carne y mis huesos son piedra: la hora de la partida se esconde en mis labios – mansos – como perras.

Denise León
(1974)  poeta tucumana, nieta de inmigrantes sefaradíes. 





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