lunes, 23 de mayo de 2016

EMILIO HERRERA, Un cuarto azul





Todo en el mundo es inquietud


La flor azul de Novalis y el azul en los poemas de Trakl son algo más que dos ejemplos ilustres que anteceden, en cierta forma, los poemas de Emilio Herrera.


Me refiero sobre todo a los poemas de este libro donde el azul salta, de una  imagen a otra, desacomodando el sentido,  hasta volverse símbolo de otra cosa, desconocida.


Por momentos, un símbolo negativo, como  en Trakl. Por momentos, una esperanza de trasmutación, como la idea de otra vida y de otro mundo, mejor que éste, en Novalis. De cualquier manera, marca los límites de un espacio obsesivo del que no se puede salir. Un círculo cerrado, donde el color azul, y sobre todo la palabra azul regresa. En cualquier parte, sin previo aviso. Insistente.


En nuestra poesía vernácula, está el azul del tango, esa pieza llena de melancolía que es el cuartito azul de Mariano Mores: un lugar idealizado, del que uno tiene que irse inevitablemente (la juventud) y al que quisiera regresar, sin embargo.


Esa suerte de paraíso, como lugar espiritual, de pureza, en contraste con las maldades e intereses que constituyen el mundo de afuera. Ya lo ves, todo en el mundo es inquietud, dice el muchacho del tango, que quiere y no quiere regresar.


De esa contradicción (amor odio, afuera y adentro, juventud madurez, noche y día, pero sobre todo refugio y cárcel) está hecha la poesía de este libro llamado, sencillamente “Un cuarto azul”... Salvo que esa sencillez esconde otra cosa: la obsesión de ese símbolo que va variando de estado anímico y de fuerza según las necesidades del poema.


El azul como llave, como ábrete sésamo, pero también como custodio y cancerbero. Si no fuera por la escritura que, con el azul de la tinta, su incandescencia, construye una salida.


¿Del color azul? No; de las divinidades que el azul invoca.  


Lucha encarnizada por vencer a este mundo, pero sobre todo por vencerse a sí mismo.  Emilio Herrera, creo yo, al escribir este íntimo y extraño libro, sale venciendo. ¿Pero a quién? ¿A esas tormentas que amenazan, a cada instante, con destruirlo todo?


Yo creo que no. Y creo que Emilio lo sabe. Sabe que toda guerra es interior y lucha, por eso mismo,  contra ese enemigo que viene de él, y es él mismo. Esas fuerzas internas de las cuales el color azul, con todas sus metáforas, es solo una representación y una señal.


Osvaldo Bossi

Texto leído en la presentación del libro “Un cuarto azul”, de Emilio Herrera (El ojo del mármol, 2016)



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